ENTRE LA LIBERTAD Y LA CENSURA
EL DELGADO LÍMITE DE LAS DEMOCRACIAS DEL SIGLO XXI
Acabo de leer Cometierra, el polémico libro escrito por Dolores Reyes. Libro que la vicepresidenta Victoria Villarruel objetó por contener pornografía y ser un mal ejemplo para nuestros jóvenes. Libro que, por decisión política del gobierno de Buenos Aires se transformó en material de lectura en las escuelas secundarias de la provincia.
Flaco favor le hizo la ignorancia y el autoritarismo del gobierno nacional a la autora del polémico libro, convirtiéndolo en best seller de la noche a la mañana y generando debates y análisis interesantes en torno a una obra literaria cargada de sentidos y no me refiero a aquellos seudodebates que proponen las redes sociales en los que predomina la pobreza de argumentos, la descalificación y la violencia, me refiero a por ejemplo la propuesta de lectura colectiva que se gestó en la biblioteca municipal de Villa María, provincia de Córdoba, ciudad en la que nací, me formé y trabajé. Generar esos espacios de saber colectivo creo que son imprescindibles para desmitificar y esclarecer. Quizás haga falta más libro, más análisis crítico, más reflexión y menos Netflix, menos redes, menos contenidos culturales envasados…empezar a romper el envase para ver qué hay dentro, se puede comer o qué nos puede envenenar, cuáles van a serlos efectos secundarios de lo que elija consumir: los consumos culturales no son inocuos.
Y aquí me detengo para preguntarme: será que Villarruel se detuvo en la lectura del currículum de la escritora? Si es así, creo que es doblemente peligrosa la censura.
Volviendo al libro, producto cultural que consumí en no más de dos días traté de buscar aquello que rozara lo pornográfico, pero sólo encontré en las páginas 110 y 111 una relación sexual como la que pueden leer en cualquier libro, ver en una película o serie, mediada por un lenguaje más coloquial, más urbano, más cercano al que usan los adolescentes hoy. Sin embargo, creo que lo pornográfico de la obra está en que no sólo desnuda cuerpos sino, y esto es lo más inquietante para el gobierno autoritario y censor, pone al desnudo la más cruda realidad social: la de los marginados del sistema, la de los sectores más vulnerables, la de los adolescentes a quienes se les roba el futuro, especialmente a las mujeres y niños víctimas del machismo violento.
La literatura tiene justamente como objetivos provocar, imaginar, concientizar…creo que en el libro irrumpen con fuerza los nuevos desaparecidos de la democracia, invisibles a quienes la protagonista probando su tierra, les da entidad. A partir de ese don que tiene Cometierra puede desenterrar historias que fueron vidas y luchar contra el olvido, como otrora lo hicieron y lo siguen haciendo otras mujeres madres, hermanas, abuelas.
En este sentido, Cometierra adquiere valor por la osadía de la historia, porque parecería que hay muchos que están dispuestos a luchar contra el olvido, que se resisten a naturalizarla pobreza, la violencia como único modo de vincularse, el individualismo egoísta y tantos conceptos que la hegemonía de la clase dominante ha impuesto como sentido común.
Es justamente en las trincheras en las que se libran las batallas culturales para que las clases subalternas puedan contraponer su poder. Para eso hacen falta intelectuales orgánicos que enarbolen las banderas de la lucha por el sentido, cuestión no menor si se quiere cambiar el rumbo. De lo contrario estamos condenados a repetirla historia.