EL PROYECTO 2025 CRIOLLO
Nuestro presidente, que se presenta como economista libertario, parece haber encontrado en el «Proyecto 2025» —el plan conservador de la Heritage Foundation para reformar el gobierno federal de EE.UU.— una fuente de inspiración ideológica, y decidió no decirnos nada, y copiarlo.
Sin embargo, Milei no se limita a imitar, sino que, a través de sus colaboradores, adaptó estas ideas al contexto y la cultura argentina, dándoles una impronta local que combina su radicalismo económico con una «batalla cultural» propia. Aunque ambos comparten un rechazo al intervencionismo estatal y una fe en el libre mercado, sus enfoques reflejan realidades distintas, marcadas por convergencias y matices.
Un Estado mínimo como horizonte común
Milei y el «Proyecto 2025» coinciden en su aversión al tamaño del Estado. En Argentina, Milei ha logrado reducir la inflación —que pasó de niveles de tres dígitos en 2023 a cifras más controladas en 2025— mediante un ajuste brutal del gasto público. Esto incluyó recortes significativos (aunque las cifras exactas nunca se pueden verificar), gracias a la postergación de jubilaciones, eliminación de ayudas sociales y subsidios, y una notable disminución de transferencias a las provincias.
Su meta de «déficit cero» y su propuesta de abolir el Banco Central son pilares de su visión anarcocapitalista, se van diluyendo poco a poco, y es ahí es el primer punto donde no encuentra una similitud con el «Proyecto 2025», que solo plantea desmantelar agencias federales y reducir regulaciones en EE.UU., un enfoque que Milei parece tomar como referencia, adaptándolo a la urgencia de una economía cercana al colapso.
Ambos también comparten un discurso antiestablishment. Aquí Milei arremete contra la «casta«, mientras que el «Proyecto 2025» critica al «deep state» estadounidense. Esta narrativa los posiciona como reformadores frente a estructuras de poder tradicionales, narrativa que cala profundo en las mentes de los ciudadanos que se sienten defraudados por sus representantes.
La batalla cultural con raíces argentinas
Lejos de centrarse solo en lo económico, Milei ha hecho de la «batalla cultural» un eje de su gestión, adaptando valores conservadores del «Proyecto 2025» a su manera.
Por un lado, rechaza la «ideología de género», sosteniendo que solo existen dos géneros —masculino y femenino—, y considera el aborto un «homicidio»; también se opone a la categoría legal del femicidio, argumentando que «todos somos iguales ante la ley».
Estas posiciones coinciden con el «Proyecto 2025», que impulsa restricciones al aborto y una defensa de los valores tradicionales frente al progresismo. Sin embargo, Milei les da un giro local: su enfoque no se basa tanto en la religión —como en el conservadurismo estadounidense—, sino en una defensa secular de la libertad individual y la igualdad jurídica, más acorde con el debate argentino.
Un vínculo ideológico en evolución
La relación entre Milei y el «Proyecto 2025» se refuerza con sus lazos personales con figuras clave del conservadurismo estadounidense. Desde 2024, Milei ha mantenido reuniones con Donald Trump y Elon Musk, un vínculo que se ha fortalecido en 2025 con eventos como su presencia en la toma de posesión de Trump en enero y encuentros posteriores. En plataformas como X, se especula que Argentina sirve como un «laboratorio» para políticas que el «Proyecto 2025» podría replicar, como recortes drásticos y una postura firme contra el progresismo cultural. La propuesta de un «Departamento de Eficiencia Gubernamental» en el plan estadounidense evoca el énfasis de Milei en la austeridad, aunque él lo lleva más allá con ideas como la dolarización, inviables en el contexto de EE.UU.
Adaptaciones a la criolla
La gran diferencia radica en el terreno donde operan. Milei gobierna una Argentina marcada por una inflación histórica, una pobreza significativa (cuyos niveles exactos siempre son materia de debate) y una enorme deuda con el FMI. Si bien sus medidas han logrado estabilizar algunos indicadores económicos, todo ha sido a costa de un impacto social severo: jubilados con menos poder adquisitivo, provincias desfinanciadas y una población sin redes de apoyo estatal.
El «Proyecto 2025», en contraste, está diseñado para una economía estable como la de EE.UU., donde el objetivo es consolidar poder ideológico, y no evitar el colapso, como es en nuestro país.
Milei toma las ideas conservadoras y libertarias del plan, pero las aplica con la urgencia y el dramatismo de un país en emergencia.
¿Un discípulo con voz propia?
Milei parece ver en el «Proyecto 2025» un marco ideológico apropiado para su revolución, pero lo debió adaptar al caos e incertidumbres que generan sus mensajes. Su combinación de “libertarianismo” económico -algo a esta altura de su administración está en dudas-, y conservadurismo dogmático, lleva su firma personal, moldeada por una crisis que heredó, y que, por sus medidas, hasta ahora, está empeorando cada día.
Si logra sostener este modelo sin desatar una conmoción social, podría validar las ideas del «Proyecto 2025» en un escenario más adverso, ofreciendo a la derecha global un caso práctico. Si fracasa, servirá como advertencia sobre los límites de estas recetas en contextos frágiles.
Por ahora, Milei y el «Proyecto 2025» son aliados en espíritu, pero sus caminos divergen, ya que uno enfrenta los desafíos de una Argentina diversa, económica y culturalmente, y a la vez golpeada, desde las provincias hasta las grandes ciudades, mientras el otro traza estrategias desde la estabilidad y el poderío de Washington.
El desenlace de esta “afinidad” ideológica podría hacer temblar más que el destino de Milei y el «Proyecto 2025», ya que podría redibujar el mapa del conservadurismo global en un mundo que se cierra y tambalea entre el abismo y la codicia.
¿Podrá el experimento de Milei, forjado en el fuego de la fragmentación social argentina, mostrarle al Proyecto 2025 cómo vencer, o será una advertencia de que las ideas audaces se quiebran cuando los ciudadanos dicen basta?
La última respuesta no solo está en Milei y el «Proyecto 2025» a la criolla, sino que está en toda la sociedad argentina, en vos, en mí, y en cuánto estemos dispuestos a tolerar en nombre de la libertad.