La apología de la violencia como herramienta del discurso político
Por Jorge A. Cordero
Apología es el discurso oral o por escrito de la alabanza o defensa de algo o alguien. Cuando se intenta justificar acciones ilegales o de dudosa legalidad mediante el discurso, podemos identificar a la apología del delito, y cuando se violan valores éticos mediante un discurso que incita a creer que son racionales, se cae en la criminalidad.
Si bien el Código Penal lo define como una figura delictiva, nos estamos acostumbrando a escuchar este tipo de discurso y aunque seamos críticos o mostremos nuestro desacuerdo, todo pasa, todo se olvida hasta que surge un nuevo alegato. Cuántas veces hemos escuchado a periodistas que muy libremente hacen comentarios en favor de los golpes de estado, o destacan que está bien que la gente haga justicia por su propia mano a causa de la inseguridad.
Pero son los políticos quienes recurren a la violencia y la discriminación, es como si formar parte de un partido político le otorgara al discurso cierta libertad para la justificación de la aplicación de la crueldad, como si fuera una herramienta tan importante dentro de la polémica política, fundamentalmente cuando ésta no se establece desde las palabras respaldadas por argumentos o programas que aporten soluciones a los problemas.
Últimamente las palabras que se escuchan de boca de los políticos en notas periodísticas en todos los medios, no muestran un interés por remediar las dificultades de las mayorías, sino que sus declaraciones apuntan a ser terminantes, violentas y discriminatorias y que son aprobadas por un pequeño grupo de seguidores que en nombre de sus “valores y ética” de dudosa génesis, exigen “mano dura” para esa mayoría tantas veces oprimida, acentuando aún más sus padecimientos.
A nadie escapa que a causa de las desigualdades cada día es mayor la pobreza y que ésta afecta a la gran mayoría de la población, tampoco los políticos que ofrecen soluciones conservadoras y liberales disimulan su aporofobia (1). En estos últimos días se han escuchado palabras decididamente aterradoras expresadas por figuras políticas que ocupan una función pública o aspiran llegar a ella a través del voto popular.
Javier Milei, diputado nacional de La Libertad Avanza dijo que, si «la venta de órganos» se dejara al libre mercado, los trasplantes funcionarían muchísimo mejor”. Propone el intercambio de partes del cuerpo como canje por bienes materiales: “un brazo por una vivienda para la familia”, por ejemplo. La pregunta es qué concepto de liderazgo prima en sus seguidores, si bien es conocido el individualismo del capitalismo o anarco capitalismo como lo define, estas declaraciones violentas, bestiales, que rozan la demencia, son el fruto del odio y el desprecio que sienten por el otro.
José Luis Esper declara que el gasto público se reduciría si se controlara la cantidad de hijos que pueden tener las familias pobres, afirma que más de dos, daría lugar a hijos no deseados, despreciados y que terminarían siendo delincuentes, como si la delincuencia fuera solo una cuestión única de los pobres. La subestimación y el ultraje, demuestran la repulsa que sienten por el otro, violencia que se contagia a sus seguidores contaminando parte de la sociedad.
Aldo Rico, un militar ex combatiente de Malvinas convocando al odio y la furia contra el gobierno democrático y la Constitución, anhelando tal vez aquellas épocas en que los militares decidían qué gobierno debía tener el pueblo.
Pero son esos mismos apologistas que según conveniencia pueden también ponerse del otro lado del mostrador y criminalizar acciones o actividades que sí son legales convirtiéndolas según sus discursos en delitos que necesitan represión, para “devolver el orden a la sociedad”, como las protestas y los reclamos sociales.
El desarrollo, la globalización la modernidad, la tecnología, han producido una descomposición de la sociedad, el capital concentrado valoriza el dinero y la acumulación, sometiendo a los más desfavorecidos a la servidumbre y la pobreza, todo esto es lo que se refleja en los pensamientos y se materializa abiertamente en los discursos violentos, discriminatorios e individualistas de los políticos, los que tendrían que sembrar confianza y seguridad en la sociedad.
La deshumanización es más que evidente y lo que es peor, utiliza las mentes débiles de sus seguidores, a los que pueden dominar a través de los medios hegemónicos y a los que se les impide pensar por su cuenta, debemos creer que los que se levantan como alternativas para preservar el bienestar de la sociedad, son, en realidad, una evidente amenaza para el futuro de nuestra nación.
Jorge A. Cordero
(1) La palabra “aporofobia” es un neologismo acuñado por la filósofa Adela Cortina en 1995 para referirse al “rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio”
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