ENTRE PROFECÍAS Y ESPERANZAS
Las psicografías de Parravicini no dan detalles precisos, ya que hablan de un hombre que «se allega para gobernar» o que emerge «luego de la tercera jornada», pero no especifican quién, cuándo ni cómo.
Las psicografías de Parravicini no dan detalles precisos, ya que hablan de un hombre que «se allega para gobernar» o que emerge «luego de la tercera jornada», pero no especifican quién, cuándo ni cómo.
El populismo, que florece en la simplicidad de las promesas, tropieza con la complejidad de la realidad institucional.
El gobierno, desde su impotencia y su violencia torpe, termina fabricando un enemigo que no esperaba: las barras de fútbol.
Milei parece ver en el «Proyecto 2025» un marco ideológico apropiado para su revolución, pero lo debe adaptar al caos e incertidumbres que generan sus mensajes.
Es de manual que se argumente que una empresa privada gestionará mejor los bienes de propiedad pública, reduciendo pérdidas y mejorando servicios.
La verdadera valentía no está en quienes alzan los bastones para golpear a los adultos mayores, sino en esos rostros curtidos que, semana tras semana, vuelven a demandarle respuestas a sus representantes, solos pero firmes.
En definitiva, la libertad prometida en sus discursos, en realidad es un cerco, un horizonte limitado no por las posibilidades de una sociedad soberana, sino por las exigencias de una potencia que impone sus términos. Lejos de ser un acto de valentía, esta seducción por el orden externo encubre una servidumbre.
El presidente, en una reciente entrevista, dejó entrever una serie de declaraciones que, al ser analizadas en detalle, revelan inconsistencias profundas entre sus dichos iniciales y sus posteriores aclaraciones. “Lo que me propusieron era que iban a crear un instrumento para darle financiamiento a esos proyectos; ¡a mí me pareció bárbaro! […] A mí todo…
No hay redenciones fáciles ni condenas definitivas. Vivimos en una cuerda floja, oscilando entre la libertad que proclamamos y el abismo que se abre bajo nuestros pies.
El esclavo sumiso es útil, pero el que ambiciona deja de serlo y su única gloria posible es el sacrificio: morir por el rey con la esperanza de ser recordado, fugazmente, como un perro fiel que supo cuándo dejar de respirar.