BAJO EL YUGO DE JAVIER MILEI, EL HAMBRE ACECHA A LOS ARGENTINOS
La Argentina se encuentra atravesando una de las peores crisis económicas de su historia reciente. Bajo el gobierno de Javier Milei, la situación ha empeorado, afectando profundamente a todos los sectores de la sociedad, pero especialmente a los más vulnerables. La inflación galopante, el desempleo en aumento y la falta de políticas públicas eficaces han creado un escenario desolador, donde muchas personas luchan diariamente por sobrevivir.
Uno de los aspectos más alarmantes de esta crisis es el impacto en la seguridad alimentaria. Los comedores populares y merenderos, que han sido durante mucho tiempo un pilar esencial para las comunidades en tiempos difíciles, están enfrentando enormes desafíos. Estos espacios, gestionados en su mayoría por mujeres, son esenciales para proporcionar alimentos a niños y adultos que de otra manera no tendrían qué comer.
En la actualidad, muchos comedores populares no están recibiendo los alimentos que necesitan del Estado. Las mujeres al frente de estos comedores están demostrando una increíble resiliencia y dedicación, trabajando incansablemente para asegurarse de que nadie en sus comunidades se vaya a dormir con hambre. Sin embargo, la falta de recursos está poniendo en peligro su capacidad para continuar con esta labor.
Estas mujeres no solo preparan y distribuyen comidas; también se han convertido en líderes comunitarias, organizando y movilizando a sus vecinos para encontrar soluciones colectivas a los problemas que enfrentan. A pesar de las dificultades, han logrado mantener estos comedores abiertos, gracias a donaciones y el apoyo mutuo entre los miembros de la comunidad. No obstante, este apoyo no es suficiente para cubrir todas las necesidades, con lo cual se han dirigido en busca de desechos de comedores y verdulerías para seleccionar lo que consiguen y preparar un plato de comida.
La responsabilidad principal de garantizar la seguridad alimentaria recae en el gobierno. Sin embargo, bajo la administración de Javier Milei, las políticas de austeridad y la falta de un plan económico coherente han exacerbado la crisis. La reducción de subsidios y programas sociales ha dejado a muchas familias sin acceso a los recursos básicos. En lugar de implementar medidas para aliviar el sufrimiento de los más vulnerables, el gobierno ha priorizado políticas económicas que benefician a una minoría privilegiada.
Pero de la inacción gubernamental, la sociedad argentina ha demostrado una notable capacidad de resiliencia y solidaridad. Las comunidades se han organizado de diversas maneras para apoyar a los comedores populares, desde la recolección de alimentos hasta la realización de eventos benéficos. Estas acciones reflejan un fuerte sentido de comunidad y un compromiso compartido para enfrentar la crisis juntos.
A pesar de su papel crucial, el trabajo de estas mujeres a menudo es invisibilizado y no remunerado. La sociedad patriarcal tiende a subestimar y desvalorizar el trabajo doméstico y comunitario realizado por mujeres, considerándolo una extensión de sus deberes tradicionales de cuidado. Esta sobrecarga de trabajo sin reconocimiento refuerza las desigualdades de género y perpetúa un sistema que explota la labor femenina sin ofrecer compensaciones adecuadas.
La feminización de la pobreza es una realidad palpable en Argentina. Las mujeres, especialmente aquellas de sectores populares, enfrentan mayores dificultades económicas debido a la discriminación laboral, la brecha salarial de género y la responsabilidad desproporcionada en el cuidado de los hijos y el hogar. En tiempos de crisis, estas desigualdades se agravan, obligando a muchas mujeres a buscar soluciones creativas para alimentar a sus familias y comunidades.
En medio de este panorama desolador, la solidaridad y resiliencia feminista han emergido como fuerzas poderosas. Las mujeres en los comedores populares no solo luchan por la supervivencia diaria, sino que también construyen redes de apoyo y resistencia. Estas redes son espacios donde se comparten recursos, conocimientos y experiencias, fortaleciendo el tejido social y empoderando a las
mujeres.
Bajo el gobierno de Javier Milei, la situación de los sectores más vulnerables ha empeorado considerablemente. La falta de políticas públicas eficaces y la reducción de subsidios y programas sociales reflejan una indiferencia preocupante hacia los problemas de los pobres y de las mujeres. Las decisiones gubernamentales han priorizado políticas económicas que benefician a una minoría privilegiada, dejando a las comunidades más desfavorecidas en una situación de extrema precariedad.
Sin embargo, la solidaridad de la sociedad civil no puede reemplazar la responsabilidad del Estado. Es fundamental que se continúe la lucha y se restablezca un equilibrio donde el gobierno asuma su papel en la protección y el bienestar de sus ciudadanos. La situación actual es insostenible y requiere una intervención inmediata y sostenida. No obstante, bajo el yugo de Javier Milei, esta necesidad sigue siendo ignorada, evidenciando un desprecio que agrava aún más la situación de los más vulnerables.