DE LA VIOLENCIA VERBAL A LA VIOLENCIA FÍSICA
En la política argentina, la violencia de género no solo se manifiesta a través de actos físicos, sino que también tiene raíces profundas en la violencia verbal y simbólica. Explora cómo las dinámicas de poder y género en la política argentina facilitan la transición de la violencia verbal a la física, y cómo estas formas de violencia están interrelacionadas y reforzadas por las estructuras de poder patriarcales.
La violencia verbal en el contexto político puede ser vista como una herramienta para imponer y mantener relaciones de poder desiguales. Según Erving Goffman 1Erving Goffman, en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959) , en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959), los intercambios sociales están cargados de significados simbólicos que refuerzan las jerarquías existentes. En el ámbito político, estos significados pueden ser utilizados para deslegitimar y subordinar a las mujeres, creando un ambiente donde la violencia verbal se normaliza y se convierte en un preludio de la violencia física.
Judith Butler 2Judith Butler, en Cuerpos que importan (1993) , en Cuerpos que importan (1993), profundiza en cómo el lenguaje no solo describe la realidad, sino que la construye. La violencia verbal en la política argentina, entonces, no es simplemente un reflejo de la misoginia, sino una forma activa de crear y mantener un entorno donde la violencia contra las mujeres es posible y, en algunos casos, inevitable. Este tipo de violencia simbólica sirve para reforzar las estructuras patriarcales, preparando el terreno para agresiones más explícitas y físicas.
Michel Foucault 3Michel Foucault, en su análisis sobre el poder, (Foucault, 1975), en su análisis sobre el poder, sugiere que este no solo reprime, sino que también produce realidades y verdades que configuran las relaciones sociales (Foucault, 1975). En la política, el poder no solo se manifiesta en decisiones políticas o en la capacidad de legislar, sino también en la capacidad de definir lo que es aceptable y lo que no lo es dentro del discurso público. La violencia verbal en la política, entonces, no es solo una cuestión de insultos o ataques personales; es una herramienta para moldear la percepción pública y para establecer normas de comportamiento que, en última instancia, pueden legitimar la violencia física.
En el contexto argentino, figuras políticas como Cristina Fernández de Kirchner han sido objeto de violencia verbal constante, no solo por sus políticas, sino también por su género. Esta violencia verbal, cuando no es desafiada o sancionada, crea un ambiente permisivo donde la violencia física puede surgir como una continuación natural de la agresión verbal. La relación entre poder y violencia es, por lo tanto, simbiótica: el poder utiliza la violencia verbal para reafirmarse, y la violencia física emerge como una extensión de este control.
La transición de la violencia verbal a la física es un proceso que está bien documentado en la literatura sobre violencia de género. Según Johan Galtung 4Johan Galtung, en su teoría sobre la violencia estructural (1969) , en su teoría sobre la violencia estructural (1969), la violencia se manifiesta en múltiples formas, desde la más sutil, como la violencia verbal, hasta la más explícita, como la violencia física. La violencia verbal actúa como un precursor, desensibilizando a la sociedad y a las víctimas, normalizando el abuso y, finalmente, allanando el camino para la violencia física.
En la política argentina, esta transición ha sido visible en varios casos, donde la deshumanización de las mujeres a través de ataques verbales ha precedido actos de violencia física o amenazas graves. El intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner en septiembre de 2022, por ejemplo, no puede ser entendido aisladamente de la violencia verbal y simbólica que precedió al hecho. Las palabras y los discursos que minimizan o justifican la violencia son, en realidad, actos de violencia en sí mismos, que preparan el terreno para agresiones más directas.
La violencia de género en la política argentina no solo afecta a las víctimas directas, sino que tiene un impacto profundo en la democracia y en la participación política de las mujeres. Pierre Bourdieu 5Pierre Bourdieu, en La dominación masculina (1998) , en La dominación masculina (1998), argumenta que las sociedades patriarcales naturalizan la violencia contra las mujeres a través de prácticas y discursos que legitiman estas formas de opresión. En este sentido, la violencia verbal y física en la política no solo silencia a las mujeres, sino que también refuerza un sistema donde la igualdad de género sigue siendo un objetivo lejano.
Además, la falta de sanciones efectivas contra la violencia verbal en la política envía un mensaje peligroso: que las mujeres en el poder están sujetas a un nivel de escrutinio y violencia que sus contrapartes masculinas rara vez experimentan. Esto no solo desincentiva a las mujeres a participar en la política, sino que también perpetúa un ciclo de violencia que es difícil de romper.
La relación entre violencia verbal y física en la política argentina refleja las profundas desigualdades de género que persisten en la sociedad. La violencia verbal no es simplemente un acto de agresión aislado, sino parte de un continuum de violencia que culmina en formas más graves de abuso. En un contexto donde el poder político puede ser utilizado para silenciar y deslegitimar, es esencial reconocer y desafiar estas formas de violencia en todas sus manifestaciones.
La política argentina debe enfrentar este problema de manera decidida, implementando medidas para prevenir la violencia de género en todas sus formas y sancionando a aquellos que perpetúan estas conductas. Solo así se podrá avanzar hacia una democracia más inclusiva y equitativa, donde las mujeres puedan participar plenamente sin temor a la violencia, ya sea verbal o física.
El poder político tiene una responsabilidad ineludible en la lucha contra la violencia de género. Sin embargo, cuando aquellos en posiciones de poder son los perpetradores, la situación se vuelve aún más compleja. El silencio o la minimización de estos actos por parte de las instituciones políticas y sociales no solo perpetúa la violencia, sino que también envía un mensaje peligroso: que la violencia contra las mujeres es tolerable en ciertos contextos.
En el contexto argentino, las denuncias de violencia de género en la esfera política no solo reflejan la realidad de un individuo o de un partido, sino que revelan una estructura de poder que tolera y perpetúa la violencia contra las mujeres. La supuesta violencia de Alberto Fernández hacia Fabiola Yáñez es un ejemplo concreto de cómo el poder puede ser utilizado para silenciar y controlar, más allá de las diferencias ideológicas.
El comentario de Cristina Kirchner, citando al Papa Francisco, sobre cómo “toda violencia física siempre es precedida de violencia verbal”, la violencia verbal, en este marco, no es solo un acto de agresión, sino una forma de imponer poder y control, preparando el terreno para formas más graves de violencia.
Esta secuencia de violencia verbal que precede a la física es observable en muchos casos de violencia de género, y en el ámbito político, adquiere una dimensión particular: se convierte en un mecanismo para deslegitimar y deshumanizar a las mujeres, facilitando la aceptación o indiferencia ante la violencia física.
- 1Erving Goffman, en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959)
- 2Judith Butler, en Cuerpos que importan (1993)
- 3Michel Foucault, en su análisis sobre el poder, (Foucault, 1975)
- 4Johan Galtung, en su teoría sobre la violencia estructural (1969)
- 5Pierre Bourdieu, en La dominación masculina (1998)