DESNUDANDO LA FALACIA DEL MITO DE LA CAVERNA
En la penumbra de la realidad económica de nuestro país, la ciudadanía enfrenta una encrucijada desoladora. El insensato aumento de precios y la inflación voraz han dejado los sueldos de los trabajadores hechos trizas, convirtiendo cada mes en una batalla por la supervivencia económica. Mientras el costo de los alimentos básicos se eleva desmesuradamente, el poder adquisitivo de los trabajadores se diluye a la misma velocidad que el índice de inflación aumenta, atrapando a la población en un ciclo de desesperación que parece no tener fin.
¿CÓMO LLEGAMOS A ESTA CAVERNA?
Lo real, es que todo tiene una historia que justifica la llegada a esta caverna, lo novedoso es la respuesta, que se presenta en forma de un plan de ajuste feroz y desconocido, que promete efectos desbastadores en el tejido social, y que, según la visión de nuestro presidente actual, es la única salida de la caverna para así dejar de ser esclavos y convertirnos en seres libres, haciendo una analogía con el «mito de la caverna» (1El «mito de la caverna», propuesto por el filósofo griego Platón, ilustra la transición de la ignorancia hacia el conocimiento. En la alegoría, prisioneros encadenados ven sombras en la pared de una caverna y creen que eso es la realidad. Cuando uno escapa y descubre el mundo exterior, comprende la verdad. El mito representa la búsqueda de la verdad, la liberación de las limitaciones perceptivas y el viaje hacia la comprensión más profunda de la realidad.). Aquí es donde Platón entraría en escena, pero no como un filósofo, sino como el autor de una analogía utilizada para justificar medidas impopulares. Y siguiendo con la analogía de la caverna, lo que nos propone es prender fuego el interior de la caverna, así salimos todos. La pregunta es, ¿la alternativa que nos está proponiendo es volver al estado de naturaleza?, tal como los expresa el pensamiento de Thomas Hobbes (2Thomas Hobbes: En su obra «Leviatán» (1651), Hobbes presenta la noción del estado de naturaleza como un estado hipotético y primitivo en el cual la vida de los seres humanos sería «solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve». Hobbes argumenta que la autoridad política y la creación de un contrato social son necesarias para evitar el caos y mantener el orden en la sociedad.), John Locke (3John Locke: Locke, en su obra «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil» (1690), también aborda el estado de naturaleza. Sin embargo, a diferencia de Hobbes, Locke sostiene que el estado de naturaleza es un estado de libertad y propiedad, donde las personas gozan de derechos naturales. Locke aboga por la existencia de un gobierno limitado que proteja estos derechos y que derive su legitimidad del consentimiento de los gobernados.).
La comparación con la caverna sugiere que la población se enfrenta a dos opciones: aceptar pasivamente la desolación de la caverna, o sea, la realidad imperante o aventurarse a salir de ella, su plan de “liberación de la economía”, arriesgándonos a ser devorados por los depredadores del mercado, no sin dejar de decir que habrá que confiar en las fuerzas del cielo.
¿PERO ES ESTA LA ÚNICA ELECCIÓN POSIBLE?
La argumentación del presidente, al ser una falacia (4Una falacia es un razonamiento defectuoso o engañoso que busca persuadir mediante argumentos que carecen de validez lógica o evidencia sólida. Aunque suenan convincentes, las falacias son trucos retóricos que no sostienen un análisis crítico. Su propósito es influir en la opinión o persuadir sin basarse en una lógica sólida.), plantea preguntas sin respuesta, pero ¿realmente debemos aceptar esta dicotomía simplista sin cuestionar nada? ¿Existe un camino intermedio entre la resignación y la incertidumbre desenfrenada? La realidad es la comparación de la realidad con el mito de la caverna, aunque pintoresca y ocurrente, esconde una falacia evidente, que es presentar la única alternativa al abismo como un riesgo mortal, no dejando margen para la implementación de estrategias más equitativas y sostenibles.
La caverna, en esta metáfora, se convierte en un símbolo de la (i)realidad angustiante y la inflación descontrolada en la que nos toca vivir. La permanencia en ella se presenta como una sentencia de muerte segura, mientras que salir implica la posibilidad de enfrentarse a peligros desconocidos, las fuerzas del mercado, donde, en una de esas, si tenemos suerte, podemos sobrevivir. Pero aquí es donde la falacia se revela. ¿Realmente debemos aceptar la premisa de que la única salida es una aventura ciega, sin considerar alternativas más ponderadas?
La narrativa ocurrente y creativa que utiliza nuestro presidente, cargada de epicidad, busca, como en todos sus mensajes en TikTok, conectar y exacerbar las emociones de la audiencia, pero ¿los ciudadanos nos merecemos una sinceridad que vaya más allá de la dicotomía berreta, simplista y fatalista?
La crisis económica exige una respuesta honesta y práctica, no una simplificación que limite nuestras opciones. Mientras tanto –y no es poco-, la ciudadanía exige, a través de su protesta, un análisis más amplio y profundo, obligando a examinar soluciones más templadas y seguras, en lugar de caer en la trampa de la retórica grandilocuente.
¿CÓMO CONCLUYE ESTA REFLEXIÓN?
En un país atrapado entre la espada y la pared, la verdad se convierte en el mejor aliado. La metáfora de la caverna, lejos de ser una invitación valiente a la libertad, parece más bien una estratagema para justificar medidas impopulares y avances sobre los derechos de los ciudadanos.
La verdadera y única intención del planteo del presidente, es que aceptemos pasivamente las limitaciones que se nos impondrán, utilizando una comparación simplista y falaz.
La alternativa es desafiar la caverna, y demandar un enfoque más reflexivo y acciones concretas para superar la crisis, que no es otra cosa que exigir que se haga presente aquella frase de campaña: “soy especialista en crear riqueza, con y sin dinero”. Bueno, esta es la situación ideal para demostrar esa virtud.
Hoy la realidad merece más que metáforas grandilocuentes; merece soluciones reales y accesibles, y que -y, sobre todo-, nos incluya a todos.
La verdadera liberación no proviene de elegir entre la resignación y la incertidumbre, sino de encontrar el camino hacia un futuro más justo y próspero para todos los ciudadanos.
Hasta aquí, y tal como se exponen las ideas, en el verdadero plan, solo algunos se salvan, mientras que la mayoría mueren dentro de la caverna. ¿O es esa la verdadera naturaleza de la propuesta?
- 1El «mito de la caverna», propuesto por el filósofo griego Platón, ilustra la transición de la ignorancia hacia el conocimiento. En la alegoría, prisioneros encadenados ven sombras en la pared de una caverna y creen que eso es la realidad. Cuando uno escapa y descubre el mundo exterior, comprende la verdad. El mito representa la búsqueda de la verdad, la liberación de las limitaciones perceptivas y el viaje hacia la comprensión más profunda de la realidad.
- 2Thomas Hobbes: En su obra «Leviatán» (1651), Hobbes presenta la noción del estado de naturaleza como un estado hipotético y primitivo en el cual la vida de los seres humanos sería «solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve». Hobbes argumenta que la autoridad política y la creación de un contrato social son necesarias para evitar el caos y mantener el orden en la sociedad.
- 3John Locke: Locke, en su obra «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil» (1690), también aborda el estado de naturaleza. Sin embargo, a diferencia de Hobbes, Locke sostiene que el estado de naturaleza es un estado de libertad y propiedad, donde las personas gozan de derechos naturales. Locke aboga por la existencia de un gobierno limitado que proteja estos derechos y que derive su legitimidad del consentimiento de los gobernados.
- 4Una falacia es un razonamiento defectuoso o engañoso que busca persuadir mediante argumentos que carecen de validez lógica o evidencia sólida. Aunque suenan convincentes, las falacias son trucos retóricos que no sostienen un análisis crítico. Su propósito es influir en la opinión o persuadir sin basarse en una lógica sólida.