Discapacidad: un modelo social de la opresión
En los años ’70, surge en el mundo anglosajón el “modelo social de la discapacidad”, que nos aleja del tradicional concepto de discapacidad que la concebía como un asunto individual, confinado a los particulares límites del cuerpo y nos permite observar una evolución hacia la comprensión como lo que realmente es, una construcción social (1).
Desarticular esa construcción social nos permite terminar con la estigmatización que sufren las personas con discapacidad y nos posibilita abordar el problema, no desde el déficit individual (por ejemplo, la paraplejía, la ceguera, la sordera, el síndrome de Down) como se pensaba antiguamente, sino en la actitud de la sociedad que, en su individualismo, crea y difunde barreras que les impiden participar socialmente.
El modelo social anglosajón introduce un cambio sustancial en los modos de pensar la discapacidad generando un gran impacto político y social desde su teoría de la opresión. El origen de esta opresión fue asociada al ascenso del capitalismo con su individualismo y meritocracia, que no tiene en cuenta a las personas con “deficiencias” y que homologa sus condiciones de vida como grupo oprimido al negar o restringir sus posibilidades de participación social.
Debido al surgimiento de una industria a gran escala con líneas de producción que subvalora claramente a un grupo definido, con el argumento de que no son útiles para desarrollar trabajos que generen la productividad que exige la industrialización actual.
Sumado a esto, el Estado desde un “modelo médico”, instaura una discriminación institucionalizada de las personas con deficiencias al imponer una presunción de inferioridad biológica o fisiológica de sus cuerpos estableciendo parámetros de normalidad o capacidad biomédica desde criterios de aptitud laboral, considerando a las personas con deficiencias como incapaces y ociosas, quitándoles hasta su categoría de humanos en virtud del carácter central que el sistema productivo tiene en las sociedades capitalistas. De este modo, los individuos con “deficiencias” son excluidos de la división social del trabajo por lo que hace que la opresión a que son sometidos se convierta en un fenómeno plural que experimentan los integrantes de grupos minoritarios al ser marginados de la vida, excluidos de la división social del trabajo y segregados institucionalmente. Son los profesionales los que deciden sobre las personas con discapacidad, socavando su poder de autonomía ante un imperativo cultural que establece como único destino social la portación de un cuerpo capaz y sanciona o discrimina a quienes se alejan de ese modelo.
Tal vez puede ser cierto que algunos “discapacitados” reconocen que viven una tragedia y de ese modo legitiman estas afirmaciones, lo que puede acentuar aún más su baja autoestima, pero lo que es cierto es que en estos grupos es donde más se visibiliza la pobreza, la desigualdad y el aislamiento, generando necesidades que llevan a estas personas hasta la mendicidad para sobrevivir, sumando a la opresión, la dependencia a la dominación de un mundo al que pertenecen pero se les presenta hostil, cuando en realidad tienen capacidad para desarrollar tareas y trabajos adaptados a su condición y que la sociedad y el Estado les niegan.
Si bien esta crítica obedece a una razón universalizadora, requiere una mirada sociológica que permita conocer caso a caso, la opresión y dominación son reales en todos los casos, y las podemos vincular con los procesos regresivos generados por el capitalismo actual. Es urgente desnaturalizar los términos “deficiencia” o “discapacidad”, para librar una batalla que nos compete a todos ya que no existe una frontera entre cuerpos normales y cuerpos anormales, sino una construcción que obedece a una retórica ideológica que funda y legitima la desigualdad social.
Jorge A. Cordero
(1) Una construcción social es una entidad institucionalizada dentro de un sistema social “inventado” o “construido” por participantes de una cultura o sociedad particular que existe porque la gente accede a comportarse como si existiera, o acuerdan seguir ciertas reglas convencionales o a comportarse como si tal acuerdo o reglas existieran.
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