Edadismo. Reflexiones desde el casillero
Cuando escucho algo sobre el edadismo caigo en la cuenta que se refieren a mí, que integro esa segmentación estadística, aunque hasta ese momento no soy consciente que pertenezco a ese cubículo que alguien en un momento hizo sin explicar bien los por qué se deben hacer esos recortes tan caprichosos.
Lo primero que se me viene a la cabeza es pensar que nosotros, los que ya hace unos años cruzamos la barrera de los cincuenta, esa línea imaginaria que al cruzarla nos convierte en viejos (algo que ya no dicen los avances científicos), nos convertimos en un problema para quienes hoy están en la plenitud de la etapa productiva, y eso me lleva a pensar que hay una contradicción en el discurso sobre el edadismo.
Algo tan simple como esa determinación caprichosa –y tan poderosa- sobre las edades más productivas de una persona están asociadas a su edad temporal, a su condición socio-económica y socio-cultural, o lo peor, a sus capacidades físicas o intelectuales, lo que para mi termina demostrando que quien hizo o sostiene la utilidad de esa segmentación no le importa mucho la “persona” sino la función que ocupará ese recurso dentro del aparato productivo.
Utilizando el tamiz de la moral, es que se diseñó el concepto del edadismo. En primer lugar y a partir de “la caridad”, propia de quienes detentan una posición dominante en la pirámide social.
En los estratos sociales más carenciados y olvidados, el concepto de “caridad” no existe. Existe la supervivencia, una estrategia básica que tiende a conseguir lo elemental para seguir con vida y también posee una clara certeza de quiénes son los que deben ser los más protegidos, y esos son los niños y los ancianos, nada “productivos” por cierto. Algo contrario a lo que nos propone la idea del edadismo, hacernos reflexionar sobre los estereotipos que existen sobre las edades de las personas, haciéndolo desde una concepción productivista.
Si no se tiene la edad temporal adecuada para trabajar, producir o procrear, o cuando esa edad ya cruzó un límite establecido, determinado por la biología o circunstancias ajenas a la persona, esas personas están en la columna de los costos.
El edadismo pone en la columna de los costos a quienes aún no tienen la edad temporal para producir y a los que dejaron de producir y no producirán más, sino que al contrario, siempre estarán atentando contra el presupuesto.
Si bien el edadismo visibiliza los estereotipos, prejuicios y discriminación contra las personas por su edad, no deja de apuntar directamente sobre el ideal productivista que hoy tiene toda nuestra sociedad.
Seguramente más de uno especulará que mi crítica sobre el edadismo está basada en una visión “Marxista”, y tal vez tengan razón (¡me encantaría leer otras posiciones sobre este tema!), pero también que el pensamiento de Marx en este punto sea el apropiado, más allá que en otros no lo esté, por sobre en todo lo producido por Carl Marx después de 1844.
Sin importar mucho la “visión” ideológica que se tenga sobre el edadismo, algo que se cuela en cualquier debate sobre ese tema, lo cierto es que se trata de una segmentación etaria que pretende entender qué sucede en cada segmento de la vida de los seres humanos, cuáles son las propiedades y cuáles son sus atributos negativos, viendo el proceso de la vida como una oportunidad y no como el ciclo de vida natural de cualquier ser humano.
Para finalizar, les dejo un garabato sobre el edadismo.
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Félix Vera
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