Entre las riendas y las alas
En la utopía anarco-capitalista, la que se propone liberar completamente las fuerzas del mercado, la noción de libertad se enfrenta a una encrucijada entre la positiva y la negativa. No obstante, este escenario de laissez-faire 1La frase «laissez faire, laissez passer» es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar» refiriéndose a una completa libertad en la economía: libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral y mínima intervención de los gobiernos. extremo, donde la competencia promete, y, es más, afirma ser el motor del progreso, presenta una cara más oscura: la asimetría en las fuerzas del mercado, la falta de reglas claras y la ausencia de regulaciones.
Desde la perspectiva de la libertad negativa, la aparente ausencia de regulaciones permite que las leyes de la oferta y la demanda operen sin frenos. Sin embargo, esta libertad lleva consigo un tenebroso trasfondo: la competencia, lejos de ser un campo de juego equitativo, es distorsionada por la asimetría en las fuerzas del mercado. Grandes conglomerados empresariales, sin restricciones ni regulaciones ni controles, pueden fácilmente monopolizar sectores enteros, desplazando a competidores más pequeños y minando la libertad de elección del consumidor.
En el ámbito del trabajo, la falta de regulaciones estatales permite a los empleadores ejercer una libertad negativa sesgada. La ausencia de límites facilitaría la imposición de condiciones laborales precarias, llevando a la explotación, y hasta un estado de servidumbre de los trabajadores en nombre de una eficiencia mal entendida. La prometida libertad de trabajo se convierte en una libertad negativa perjudicial para los individuos, donde la vulnerabilidad del trabajador se amplifica sin protecciones laborales.
Por otro lado, la libertad positiva, que implica la capacidad de realizar elecciones significativas y responsables en nuestras vidas, también se ve comprometida. La falta de regulaciones medioambientales, ya que permitirá la explotación sin restricciones de los recursos naturales, amenazando la calidad de vida y seguridad de las generaciones futuras de disfrutar de un entorno saludable. La competencia desleal se traduce en la pérdida de la libertad positiva de vivir en un planeta sostenible.
En lo que respecta a la salud pública, sufriría las consecuencias de esta ausencia de regulaciones y controles elementales ya que el objetivo de la salud no sería “sanar” a las personas, sino convertirlas en “clientes”, dependientes de un mecanismo que tiene un solo objetivo, generar ganancias. Además, sin los controles estrictos, la libertad de los consumidores para acceder a productos y servicios seguros se vería socavada. Medicamentos no aprobados, o aprobados por el mismo fabricante, sin haber pasado por pruebas indispensables, con el único objetivo de reducir costos y obtener mejores ganancias, alimentos sin estándares y servicios sin supervisión representan una amenaza directa a la libertad positiva de los ciudadanos de vivir de manera saludable y segura.
En esta utopía anarco-capitalista que se pondría en marcha en pocos días en nuestro país, no es otra cosa que la competencia se desata sin restricciones, y donde las dualidades de la libertad se desvanecerán en un escenario marcado por la asimetría y la falta de regulaciones estatales, dejando a los ciudadanos a la suerte individual.
La libertad, en sus dos dimensiones, se verá amenazada por la competencia perjudicial y la ausencia de un marco normativo, poniendo en peligro los valores fundamentales de equidad y bienestar colectivo de toda la sociedad, aunque estos valores hoy sean precarios.
- 1La frase «laissez faire, laissez passer» es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar» refiriéndose a una completa libertad en la economía: libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral y mínima intervención de los gobiernos.