La historia de la instrucción de las mujeres escrita por hombres
por Félix Vera
Poco sabemos sobre la instrucción de las mujeres durante gran parte de la historia de la humanidad, pero sí es conocido que la lectura y escritura no eran necesarias y por ello fueron muy pocas las que accedieron a estos conocimientos.
En comparación con los hombres, la instrucción de las mujeres al parecer no sido bien documentada, solo refiriéndose a su función dentro del sistema social, principalmente como medio para la reproducción, como proveedora de mano de obra necesaria, para la crianza y cuidado de los hijos, la enseñanza de las tareas domésticas a las hijas, que será la futura función.
Es cierto que en la historia existen mujeres destacadas, esas que provocaron rupturas por sus cuestionamientos y enfrentando o ejerciendo el poder, pero poco se sabe del recorrido de vida de esas mujeres, si recibieron o no instrucción o no, pero sí que le plantaron cara a la realidad con su mensaje y que tuvieron gran influencia en el entorno donde vivieron, y hasta la de su muerte, algunas de ellas atroces.
Edad Media
Lo que también se sabe, es que en la edad media la mujer noble podía gozar de ciertos “privilegios”, como es la organización de los empleados de la casa y de la economía, ocupando un lugar importante durante la ausencia del esposo, común en épocas de guerras y cruzadas, aunque también coincide el momento en el que se asentó la maldad e inferioridad de la mujer en una sociedad regida por la moral cristiana.
No hace falta mucho detalle histórico para saber que en esa época en particular, la mujer fue objeto de maltratos, llegando a sufrir brutales vejámenes solo por su condición de mujer, y lo más disparatado fue que se respaldaron tremendas vejaciones invocando la palabra de Dios.
Pero en esa misma época ya existía la obra de Cristina de Pizán, “La Ciudad de las Damas”[1] [2], que es considerado la primer expresión feminista donde manifiesta su indignación y rebate los argumentos de aquellos empeñados en demostrar la naturaleza no moral de las mujeres, en oposición a la de los hombres, y su perversidad. También viven en esa época, donde la ciencia era una cosa de hombres, Trotula de Ruggiero y Jacoba Félicié, primeras ginecólogas. Esta última, atendía y cobraba por sus servicios y así se ganaba la vida. Esto produjo que Jacoba fuera juzgada por un tribunal universitario y obligada a pagar una multa y amenaza de excomunión si no lo hacía. Santa Clara de Asís, contemporánea también, se enfrentó a su mentor, San Francisco de Asís y fundó el primer convento femenino con una regla propia. Algo nunca antes visto. En el primer convento de las clarisas no existía ni jerarquía ni riqueza.
Humanismo y Renacimiento
Durante el Humanismo, entre los siglos XIV y XV, favoreció a que algunas mujeres de la burguesía y nobleza -otra vez- recibieron alguna instrucción, pero la mayoría de las historias de la época son atravesadas por los conflictos de alcoba que los historiadores nos cuentan. Lo cierto es que dentro de esta etapa se produce la transición hacia la modernidad, donde Dios dejó de ser el centro del universo y la ciencia aparece como resultado del movimiento renacentista en Florencia, algo que termina transformando la visión que se tenía sobre el mundo. En esa época las hijas recibían la misma educación que sus hermanos, aunque el fin prioritario en el caso de las niñas era dar esplendor a la corte, y en el de los niños capacitarlos para el gobierno. Las mujeres estaban excluidas de los derechos sucesorios, pero muchas de ellas, desde su rol de consortes o regentes, llegaron a ejercer como verdaderas y sabias estadistas. Entre ellas estaba Caterina Sforza, una de las pocas mujeres con un poder efectivo en el tablero político italiano del Renacimiento que supo ganarse la admiración de personajes tan distinguidos como el mismísimo Maquiavelo. Otra fue Isabella d’Este, que merecería un texto muy extenso para describirla, porque se trató de una mujer culta y poderosa políticamente. Lucrecia Borgia, hija del Papa Alejandro VI -SI, hija legítima de un Papa, pero calma, que no es el único caso, hay más-. Su padre, el Papa, no dudó en usarla como moneda de cambio para tejer y destejer alianzas con las poderosas familias italianas. Se casó muchas veces por conveniencia y pagó los platos rotos de los Borgia. Las humilladas familias de los maridos utilizados iniciaron una campaña de desprestigio contra ella y, aunque jamás se ha podido probar nada, la acusaron de envenenar a sus amantes secretos y de mantener relaciones incestuosas con su padre y su hermano César. Y no puedo dejar de mencionar a Catalina de Médicis, que fue la última de la gran rama de los Medici de Florencia. Al mismo tiempo, fue toda una reina de Francia.
Parece injusto de mi parte que solo haya nombrado mujeres italianas de esa época, pero creo que Italia en el Renacimiento fue el centro del universo por los cambios que produjo, algunos de los cuales hoy están presentes.
Siglo XVII
Un poco más cerca, en el siglo XVII, las mujeres seguían siendo objetos de utilidad y siguieron sometidas al poder del hombre, heredero natural del patriarcado que tuvo su «esplendor» en la edad media, o por lo menos en lo que se puede leer en los libros historia, por supuesto escrito por hombres. Su rol se limitaba al hogar. Sus funciones principales -y prácticamente únicas- se reducían a ser madre y esposa. Esto era considerado como el deber fundamental y primero de la mujer, y quienes no cumplían con ello eran mal vistas por el resto, ya que consideraba que no estaban cumpliendo con su deber básico.
Siglo XVIII
En el siglo XVIII el papel de la mujer se relegaba a ámbitos «compatibles con el decoro y la fuerza de su sexo»: criar a los hijos, atender el hogar, llevar la economía doméstica, hilar y dirigir a los criados. Aunque también desempeñaban un papel importante en el sector agrícola, por lo que todo continuó siendo como 500 años atrás, salvo por algunas excepciones.
Siglo XIX
Ya en el siglo XIX la mujer ocupaba un papel secundario -de nuevo-, siempre detrás del hombre. La sociedad era muy católica y la Iglesia defendía que el papel de la mujer era el de una esposa obediente y ama de casa al cuidado y servicio de su familia, y sólo el hombre se tenía que dedicar a las cosas importantes.
También está documentado que las primeras mujeres que pudieron acceder a las universidades, fueron las francesas, en 1864, y pocos años después otras universidades europeas aceptaron mujeres. En nuestro país se crearon las primeras instituciones de educación media para mujeres, las Escuelas Normales, en 1870 durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, lo que fue un enorme paso, aunque no fue todo, ya que el proyecto educativo de Sarmiento no pudo ser replicado en todo el territorio nacional en forma inmediata.
Siglo XX
Recién a principios del siglo XX la vida de las mujeres cambió radicalmente a través de la introducción de nuevos derechos, empleos y actitudes sobre el género.
En nuestro país y en esa época, la mujer no era sujeto de pleno derecho, ya que se le permitía –sí, se le permitía, ya que seguía reinando, como hasta nuestros días, un patriarcado- el acceso a la educación, pero no tendrían derechos civiles plenos, sino hasta mediados del siglo XX. Leyó bien, hasta 1951 las mujeres argentinas no tenían derecho a votar. Fue una lucha liderada, indiscutidamente, por Eva Duarte y Alicia Moreau, entre otras que ya habían iniciado su lucha luego de la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912), la que establecía el voto secreto y obligatorio sólo para los hombres mayores de 18 años.
Conclusión
Solo teniendo datos incompletos y sesgados de antes del siglo XIX sobre la instrucción de las mujeres, nos queda el camino de la especulación por las pistas que nos dan los historiadores o tomar como verdad lo que ellos nos dicen.
Lo que sí queda claro es que la instrucción que recibían y el papel que se le otorgó a la mujer durante siglos sólo era cuestión de utilidad; qué tan útiles podrían llegar a ser para la reproducción como generadora de la futura mano de obra y en las tareas del hogar.
Esa fue la instrucción que tuvieron las mujeres durante siglos.
¿Que a este texto le faltan datos?, sí, claro! y espero haya quienes puedan contribuir con precisiones y que echen luz sobre las sombras de mis imprecisiones históricas y especulaciones, pero la realidad es que, desde hace pocos años, la instrucción de la mujer apareció como una de las desigualdades sociales más inexplicables y preocupantes en nuestra sociedad.
Lo más incomprensible en nuestras sociedades, las que promueven las igualdades de derechos y obligaciones, es que sigan existiendo en las Instituciones que las componen, existan funcionarios con poder de decisión, que siguen sosteniendo íntimamente la creencia que las mujeres deben cuidar a los chicos, lavar los platos, ser buenas madres y amantes, jóvenes, flacas y por supuesto aptas para procrear, porque para lo importante, están los hombres.
Félix Vera
[1] Poeta humanista y escritora. Su obra más conocida es La ciudad de las damas (1405), es considerada la precursora del feminismo occidental y se sitúa en el inicio de la llamada querella de las mujeres, un debate literario surgido en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que marcaba la época
[2] La “Querella de las mujeres” surge en defensa de la capacidad intelectual, el derecho de las mujeres al acceso a la universidad y la política de las mujeres frente a la misoginia.
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