La transexualidad hoy
Las políticas públicas son una herramienta fundamental para impulsar las transformaciones hacia mayores niveles de justicia, además de expresar la decisión política de los gobiernos de avanzar en la solución de los problemas de desigualdad que afectan a la sociedad. Hablar desde la perspectiva de género es hablar del tema de relaciones entre órdenes de poder (clase, raza, género, sexualidad), donde las diferencias se intersectan en diversos cruces.
Si bien existen avances en la materia, todavía nuestras prácticas en la vida cotidiana, siguen orientándose a la discriminación de aquellas personas que no encajan en la norma. Esto tiene que ver con los dispositivos de poder que operan en la sociedad y que son sumamente efectivos para reproducir estas prácticas. Y aquí debo mencionar a un filósofo contemporáneo: Michel Foucault, que, magistralmente describió al poder y sus efectos sobre el sujeto.
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En el volumen 1 de La Historia de la Sexualidad nos presenta las formas en que el poder circula en nuestra sociedad ejerciéndose del modo más efectivo: normalizando nuestras prácticas. El autor sostiene la idea de que las fuerzas que sujetan al sujeto son el género, su historia, la clase y que todo saber supone una instancia de poder desde la cual se busca naturalizar todo conocimiento. Así pensamos a la sexualidad, desde lo que Foucault llama la “hipótesis represiva”, hablamos de sexo de una única manera: la manera en que se normaliza y cuando se normalizan ciertas prácticas sexuales también se normalizan sus propias anomalías y para la biopolítica lo que no encaja en la normalización empieza a cumplir el rol de la anomalía que hay que tratar generándose todo un dispositivo de saber orientado al tratamiento de estos trastornos.
Hoy las formas sexuales anómalas tienen que ver con la transexualidad, que hasta hace poco era considerada una enfermedad mental. Tal es la eficacia de la biopolítica, que el poder invade el entramado total de la vida social. Autores como Joan Scott, Teresa De Laurentis, Judith Butler, desde la teoría feminista rechazan el determinismo biologicista de los términos sexo o diferencia sexual. “El uso de género pone de relieve un sistema completo de relaciones que puede incluir el sexo, pero no está directamente determinado por el sexo o es directamente determinante de la sexualidad”, con lo cual deja claro su historicidad, que no es en todos los tiempos y sociedades del mismo modo.
En este sentido, los estudios de género producen el marco teórico que sustentan muchas de las legislaciones que en nuestro país han sido de vanguardia en la materia. La ley de identidad de género 26743 permite que las personas trans sean tratadas según de acuerdo a su identidad auto percibida e inscriptas en sus documentos personales y otros registros con el nombre de su género vivenciado, además ordena que los tratamientos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio lo que garantiza una cobertura de prácticas tanto en el sistema de salud público como privado. Cabe destacar que es la primera ley en el mundo que no patologiza las identidades trans.
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En septiembre de 2021 se reglamentó la ley de cupo laboral trans 27636 de Promoción del acceso al empleo formal para personas travestis, transexuales y transgénero Diana Sacayán-Lohana Berkins. Esta ley viene a saldar una deuda pendiente del colectivo trans para quienes las oportunidades laborales son negadas sistemáticamente.
Una sociedad se vuelve digna de ser vivida cuando los derechos humanos se amplían a todos sus habitantes sin distinción y el Estado se transforma en garante de su pleno ejercicio. La ley de cupo trans establece que todos los organismos del Estado deben ocupar en una proporción no inferior al uno por ciento de su planta de personal a personas travesti, transexuales y transgénero, además se brindará capacitación con perspectiva de género y diversidad sexual. Es en este sentido en que deben orientarse las políticas públicas, ya que sólo puede existir una verdadera transformación si efectivamente se exige el pleno cumplimiento de otra ley de especial envergadura que es la ley de Educación Sexual Integral. No puede ser que existan escuelas y/o docentes que arbitrariamente deciden incluir o no contenidos de la ESI en sus curriculas. Algo está fallando. Es al interior de cada institución educativa en que debe generarse el proceso de deconstrucción de conceptos naturalizados que siguen reproduciendo lógicas discriminatorias. Es inconcebible que existan casos de abusos de poder en dependencias del mismo Estado que debería garantizar los derechos de las personas, específicamente las que forman parte del colectivo trans, que se han desempeñado laboralmente en el ámbito público y que han sido sometidas a todo tipo de vejámenes, maltrato y menosprecio por su condición de género sumado a su situación de vulnerabilidad social. No es posible que funcionarios respondan al mandato cis hetero patriarcal, paradigma en el género masculino y la heterosexualidad tienen supremacía sobre los otros géneros y orientaciones sexuales.
A pesar de un sinnúmero de normativas nacionales y los tratados internacionales refrendados y con jerarquía constitucional, seguimos siendo testigos de la vulneración cotidiana de derechos de las personas trans. Es por ello que necesitamos de la salvaguarda de la justicia y su pronto accionar, su celeridad y ecuanimidad para castigar y resarcir el daño.
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