¿Cuánto tiempo nos queda? Matar o Morir
Hace tiempo que nos encontramos con un sistema de gobierno en crisis y un contrato social devastado, los lazos se están desgastando y se vislumbran las fallas del sistema democrático.
¿Acoso, violencia, misoginia, exclusión, aislamiento, desigualdad, hasta qué punto las emociones son manejadas por el poder político?
La teatralización del poder político y su argumento sobre la violencia ponen en escena su parte esencial para el ejercicio del poder y de la dominación, ocupándose de que las sociedades sean obedientes a partir de la interiorización de la violencia formándola, para así mantenerse vigentes en el poder sin ningún tipo de esfuerzo físico o, material, utilizando técnicas disciplinarias, internalizándolas en la psiquis, interviniendo y penetrando en las fibras de la sociedad sometiéndolas.
La persistencia de la violencia lleva al amigo Freud a suponer que existe una pulsión de muerte que origina los impulsos destructivos.
Es indispensable conocer la historia de la mujer básicamente para lograr la emancipación, advertir entre los registros del pasado y explorar en él, entendiendo que no solo los hombres siempre fueron los actores y agentes activos de la historia, sino también las mujeres, ya que las mujeres representan la mitad de la humanidad, a veces más de la mitad, compartiendo con los hombres el mundo y el trabajo de la misma manera.
Las mujeres no están ni han estado al margen de los sucesos que ocurrieron y ocurren en el mundo, sino en el mismo núcleo de la formación de la sociedad y la construcción de la civilización. Las mujeres también han contribuido con los hombres en la conservación de la memoria colectiva, que plasma el pasado en las tradiciones culturales, proporciona un vínculo entre generaciones que conecta con el pasado y para futuro.
Pero lo más importante es conocer cómo, cuándo y por qué se produjo la subordinación de las mujeres. El hombre lucha en la guerra, va de caza y pesca, procura los alimentos y las herramientas necesarias para ello. La mujer atiende la casa y la preparación de los alimentos, confecciona ropas, cocina, teje y cose. Cada uno es el amo en su esfera: el hombre en la selva, la mujer en la casa.
Cada uno es propietario de los instrumentos que hace y emplea … Aquello que se haga o utilice en común es de propiedad comunal: la casa, el jardín, la barca (Engels, Origin, p. 218), entre otros dichos encontramos a la mujer propiedad del hombre dadora de satisfacción, proveedora de vida, etc. A esto podemos agregar infinidad de argumentos, pero en realidad la base del patriarcado es una costumbre histórica adherido a nuestro ADN, quizás hoy definido como una construcción social y mientras que, tanto hombres como mujeres consideren “natural” la subordinación de la mujer, “la mitad de la sociedad”, con la otra mitad será imposible imaginar una sociedad en la que las diferencias no connoten dominación o subordinación.
Tan solo y a través del descubrimiento y el conocimiento de sus raíces y la historia, las mujeres serán capaces de trazar un nuevo camino hacia un futuro alternativo donde sean respetados cada uno de nuestros derechos, no solo el del respeto a la vida, sino también derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, el derecho al trabajo y por sobre todas las cosas el derecho a la vida.
Es imperativo en estos tiempos violentos que el Estado tome medidas decisivas cuando los funcionarios que nos representan se comportan de manera violenta y misógina en contra de cualquier mujer, entendiendo que el estado es nuestro protector y rector es su obligación la contención y el cuidado de la ciudadanía y si las leyes no se cumplen el estado es el encargado de dar el ejemplo y hacerlas cumplir.
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