NICO SE QUEDÓ CORTO
Ya desde el contractualismo se debate sobre si el hombre es bueno o malo. En su esencia política Nicolás Maquiavelo no deja dudas sobre la maldad del ser humano y especialmente el sujeto político cuyos valores giran en torno la traición, la maldad y el engaño como características propias del individuo político.
En tiempo presente, en nuestro país bajo el régimen del “emperador” (con minúsculas) Javier primero, queda totalmente de manifiesto la teoría maquiavélica de la maldad innata del humano político en el ejercicio del poder.
Hannah Arendt afirma que el gran problema del concepto de la política de Maquiavelo consiste en que en él se justifican todos los medios y, particularmente, los medios violentos, para alcanzar el fin.
Desde la visión “ética” de Maquiavelo el reflejo del totalitarismo demostrado y ejercitado por Milei persigue un único fin: mantener el poder del “estado supremo político”, que en su concepción de lo que es su investidura, demuestra en su codicia, ambición y maldad un gobierno que utiliza la violencia para conseguir los fines que se proponga el Estado. Es decir, que no le importa filosóficamente ni el bien ni el mal, por eso estima que no ha aprendido a ser malo, sino que la política para hacer efectiva su gestión le ha enseñado a no ser bueno.
Podríamos emplear adjetivos conocidos para delinear una definición a esta forma de gobierno, pero voy a usar un término: “brutalismo” 1Término acuñado por Achile Mbembe en su libro “Brutalismo”. Título original: Brutalisme, de Achille
Mbembe Publicado originalmente en francés por Editions La Découverte. , una forma de graficar tanta maldad. La única forma que conoce para gobernar es mediante la coacción, la quita de derechos, su uso indiscriminado e infantil de las redes sociales y la creencia de que los que le eligieron para presidente todavía creen haber votado las políticas totalitarias, violentas y demenciales que pretende aplicar.
Su pensamiento se centra en su ideología como única verdad y detesta y castiga cualquier idea que se oponga a su intención, ejerce una presión ideológica que se asemeja a una guerra fría entre derecha y comunismo, que atrasa cincuenta años y propone un proyecto liberto anarco capitalista que es imposible de aplicar, pero que en su demencia y borrachera de poder solo puede imponer mediante una feroz represión, el “brutalismo”, transfiere a la esfera civil las técnicas propias del campo de batalla: policía y gendarmería, utilizando armas de guerra aunque disparen balas de goma, fuerzas que tendrían que estar custodiando la seguridad de los ciudadanos que lo votaron y las fronteras del país, utilizando ese poder protector para reprimir a quienes deben ser sus protegidos.
Odia la democracia y desconoce la división de poderes, amenazando e insultando a legisladores que también fueron elegidos por voto popular, lo que lo enfrenta al mismo pueblo que debe proteger y gobernar, puesto que ahora es presidente de quienes lo votaron, pero también de el resto de los argentinos y que, por no pensar como él, se convierten en enemigos.
Bajo este régimen brutal evidenciado apenas hace cuatro meses debemos pensar que el propósito maquiavélico de alcanzar sus fines totalitarios, el uso de la violencia de Estado, en manos de una asesina como Patricia Bullrich en el Ministerio de Represión, el asesinato deja de ser una excepción transponiendo el estado de guerra hacia el seno de un estado civil buscando la normalización de las situaciones más extremas.
Estamos inmersos en un profundo malestar y una desesperante incertidumbre, la pregunta es, qué situación nos tocará vivir dentro de un rato, mañana o tal vez dentro de una semana. Todo lo que pueda ocurrir es en contra del pueblo, en perjuicio nuestro, nada le importa más que ser cada día más totalitario frente a un pueblo aletargado, que otrora representado por ya extinguidas generaciones de seres humanos reaccionaba y se resistía mediante la acción concreta a soportar este tipo de gobiernos brutalistas y malvados.
Hoy con resignación, los que quedamos de esa generación vemos con mucho dolor, la cobardía de la presente progenie que estupidizados detrás de las pantallas dejan su cerebro a merced de los “amos” dentro de las redes sociales, esclavizando sus mentes, decisiones y llevandolos de las narices hacia la decadencia de la especie humana y el dominio de los sicarios que responden a las corporaciones internacionales que lo único que persiguen es el vaciamiento de los países de Latinoamérica a través del saqueo de los
recursos naturales.
Esos sicarios entregadores y traidores a la patria tienen nombre y apellido, y esta generación imbécil y aturdida tecnológicamente les cree y los admira a través de sus “influencers”.
Qué futuro sombrío nos espera.
- 1Término acuñado por Achile Mbembe en su libro “Brutalismo”. Título original: Brutalisme, de Achille
Mbembe Publicado originalmente en francés por Editions La Découverte.