NUESTRA CASA, NUESTRA LUCHA
Cuidar es resistir, con nuestra dignidad en llamas, el llamado a la rebeldía es vital, preservando lo nuestro, lo femenino, lo sagrado por eso ni sumisas ni muertas.
Cuidar es resistir, con nuestra dignidad en llamas, el llamado a la rebeldía es vital, preservando lo nuestro, lo femenino, lo sagrado por eso ni sumisas ni muertas.
En un país devastado por la crisis, debemos reflexionar sobre la urgencia de encontrar sentido a la vida frente al individualismo y la deshumanización.
En esta maldita lógica neoliberal, que se disfraza de libertad, pero opera como crueldad sistemática, se sostiene en la cultura del descarte, donde lo humano pierde valor si no genera ganancias.
Cuando el poder pierde su humanidad, le corresponde al pueblo recordarle que gobernar no es humillar, sino servir.
Mientras les meten palos a los viejos, la ministra, desde su oficina, dice que es para mantener el orden, pero ¿qué orden es ese que se sostiene a palazos contra los más débiles?
En Argentina, se siente la asfixia de un ciclo sin fin, un pensamiento siempre abismal donde todo se repite, como el Eterno Retorno de Nietzsche, pero con más fastidio que filosofía.
La televisión resurge no solo como testigo, sino como un espacio que da forma al sentido colectivo, uniendo voces donde las redes las dividen.
La historia se repite como tragedia y farsa. Milei, respaldado por una “lumpen burguesía” sin conciencia de clase, destruye el Estado y somete a Argentina al poder externo. Su gobierno, impulsado por odio e ignorancia, profundiza la crisis, repitiendo el ciclo de autodestrucción que marca la historia del país.
El populismo, que florece en la simplicidad de las promesas, tropieza con la complejidad de la realidad institucional.
Milei parece ver en el «Proyecto 2025» un marco ideológico apropiado para su revolución, pero lo debe adaptar al caos e incertidumbres que generan sus mensajes.