NUESTRA CASA, NUESTRA LUCHA
Cuidar es resistir, con nuestra dignidad en llamas, el llamado a la rebeldía es vital, preservando lo nuestro, lo femenino, lo sagrado por eso ni sumisas ni muertas.
Cuidar es resistir, con nuestra dignidad en llamas, el llamado a la rebeldía es vital, preservando lo nuestro, lo femenino, lo sagrado por eso ni sumisas ni muertas.
En un país devastado por la crisis, debemos reflexionar sobre la urgencia de encontrar sentido a la vida frente al individualismo y la deshumanización.
Las historias tienen un peso casi mítico, y lo verosímil suele ganarle la pulseada a la verdad, casi siempre.
Si el dolor ajeno se convierte en entretenimiento, si el sufrimiento de alguien se usa como combustible para un titular, lo que está en juego no es solo la verdad, es nuestra propia humanidad
En esta maldita lógica neoliberal, que se disfraza de libertad, pero opera como crueldad sistemática, se sostiene en la cultura del descarte, donde lo humano pierde valor si no genera ganancias.
Cuando el poder pierde su humanidad, le corresponde al pueblo recordarle que gobernar no es humillar, sino servir.
La pregunta que queda abierta es si, como sociedad, ¿podremos canalizar esta crisis hacia una reconstrucción más justa y equitativa? o si, por el contrario, ¿nos resignaremos a la fragmentación y el abandono?
Los padres nunca se entendieron con los hijos, esa incomprensión mutua, esa brecha generacional, ¿hace que nuestra adolescencia sea diferente a la conducta de los adolescentes actuales?
Mientras les meten palos a los viejos, la ministra, desde su oficina, dice que es para mantener el orden, pero ¿qué orden es ese que se sostiene a palazos contra los más débiles?
En una sociedad donde la lecto-comprensión se desvanece, Juan representa a una generación atrapada por 300 palabras básicas, memes y promesas de autoayuda.