Vivir no es un juego
Jumanji es una saga de películas que representan un juego de mesa mágico que implementa animales y lugares reales de la selva a medida que se avanza, por lo que está lleno de peligros que los jugadores deben superar dentro del juego, pero también en la vida real. Son transportados a otro lugar y deben introducirse en la aventura, creando estrategias para superar los obstáculos, ganar el juego y volver a la vida real.
Tienen la ventaja de contar con tres “vidas”, que son oportunidades para seguir jugando cuando son superados por el juego, es decir que una derrota implica la pérdida de una vida, que están representadas por tres líneas tatuadas en el antebrazo y a medida que las van agotando van desapareciendo.
Hoy en día, esos juegos son manipulados con mucha maestría por niños y adultos, por lo que hablar de perder una vida y luego recuperarla para seguir jugando, es aceptado como algo normal.
Pero eso es un juego, en la vida real no somos beneficiados con la posibilidad de que nos sean renovadas las oportunidades. Tenemos una sola vida y punto.
Hay un pasaje en una de las películas donde uno de los protagonistas debe enfrentar un gran peligro y descubre que le queda solo una vida y que si la pierde, termina el juego y no podrán volver a casa, es cuando se niega a enfrentar ese desafío, lo supera el miedo a exponerse y entonces un compañero le recuerda que en el mundo real contamos con una sola vida que es una verdadera carrera de obstáculos y nos expone a desafíos que requieren que tomemos decisiones, a veces extremas, a riesgo de perder.
Creemos, cuando somos jóvenes, que nos quedan muchos años por delante y es como pensar que tenemos varias vidas para gastar, pero la realidad nos va recordando que tenemos una única vida y que, si la perdemos, quedamos fuera de juego. La vida no nos da otra oportunidad después de la muerte como Jumanji. Solo conocemos esta vida y es la que día a día nos pone frente a situaciones que desafían nuestro sentido común.
Cuando estamos en la encrucijada que nos exige tomar decisiones críticas, el primer sentimiento que nos embarga es el miedo y muchas veces renunciamos antes de tomar acción perdiendo mucho más que si lo hubiéramos intentado. Es para preguntarse cuántas oportunidades hemos dejado escapar por no tener el coraje de enfrentar el riesgo, por miedo al fracaso o no animarnos a realizar ese esfuerzo y más adelante la vida nos muestra que si lo hubiéramos intentado habríamos tenido éxito.
Es una sola vida y la pregunta es: cómo la estamos viviendo, qué estamos priorizando, dónde están los valores y dónde los intereses. En una sociedad donde es una obligación competir y consumir. Hemos interpretado la vida como que en su finitud nos obliga a correr de un lado para otro, dejando de lado aquellas cosas que tienen verdadero valor, olvidando que tenemos fecha de vencimiento.
Algunos, a causa del miedo de quedar sin bienes, acumulan dinero y cosas materiales y para eso van desperdiciando tiempo de vida. Nadie puede ser el más rico del cementerio porque allí se terminan todas las ambiciones, competencias y urgencias. Cuando estamos en ese lugar es porque el juego se terminó.
Otros creen que deben cambiar de vida, aunque en realidad lo que deben cambiar es la perspectiva que tienen de la vida. No es tener más, se trata de vivir mejor con lo que tenemos, lo que hemos logrado y no pensar solo en lo que nos falta.
Pensamos que tenemos problemas, pero en realidad lo que tenemos son retos y desafíos, tal vez cambiar de actitud no sea fácil porque por nuestra mente pasan la frustración, la derrota y el desánimo, pero debemos redirigir nuestra atención y enfocarnos en las cosas y las personas que queremos. La única vida que tenemos no debe ser perfecta, pero podemos hacerla maravillosa.
Como seres humanos somos individuos únicos e irrepetibles, estamos en una constante búsqueda de nosotros mismos y en nuestra estabilidad tanto física, psicológica, emocional y social, anhelamos nuestro bienestar, para conseguirlo debemos tomar conciencia de que no tendremos otra oportunidad, tenemos una sola vida, cómo la enfrentamos es una decisión que debemos tomar, aunque sintamos miedo, aceptar los retos con la convicción que nuestro esfuerzo dará frutos, a riesgo de fracasar en el intento.
Entre el miedo y la resiliencia, solo media la victoria.