¿VOCACIÓN DE POLÍTICO?
Cuando apreciamos el virtuosismo de un gran concertista, o la brillantez de ciertos literatos, el magnífico detalle de una obra de arte ya sea pintura o escultura y remitiéndonos también a aquellos que se destacan en deportes o distintas actividades, personas que despiertan nuestra admiración, y me refiero a aquellos que exponen sus talentos y sus capacidades y que se diferencian del resto porque son sobresalientes.
Podríamos ejemplificar este concepto con innumerables arquetipos en todas las disciplinas como quien se destaca como futbolista o chef y tantas otras artes, pero una cosa es ser un dotado y otra es atribuirse dones que saltan a la vista y que no son más que carencias.
Para ser más explícito, por ejemplo, en la política nos encontramos con personajes que cuando llegan a ocupar un puesto público se “autoperciben” preferidos y se trepan al escalón más alto de su autoestima desde donde observan con desprecio a aquellos que lo catapultaron a ese cargo.
Pareciera que hace unos años las ambiciones de aquellos que deciden “patrióticamente” servir al país, los han llevado a considerar que gracias a sus talentos de los cuales están internamente convencidos, su participación debe ser vitalicia y han convertido su servicio a la patria en una carrera universitaria por la que deben ascender ocupando cargos desde municipios para ir subiendo a puestos legislativos, gubernamentales, nacionales, secretarías, etc. Es así como vemos que tenemos una troupe de políticos que hace más de veinte años que se acomodan en los lugares de privilegio dentro de las instituciones, viviendo del Estado, utilizando el nepotismo, burlándose de la Constitución y las leyes amparados por un Poder Judicial corrupto y cambiándose de partido político como de zapatos con tal de acomodarse, haciendo imposible el ascenso de otras personas.
De esta manera podemos ver como casi sin excepción estas personas que participan de la política, en muy poco tiempo se enriquecen de forma obscena, manejan fortunas que nunca justifican de donde salieron y que cuando se los descubre el Poder Judicial y especialmente el TSJ hacen la vista gorda y participan como socios de estos delincuentes recibiendo millones en sobornos.
Hoy tenemos diputados y senadores que traicionan no solo a su electorado sino a sus convicciones ideológicas vendiendo un voto para que un gobierno autoritario someta cruelmente mediante leyes esclavizantes y empobrecedoras al mismo pueblo que los eligió como representantes.
La política es tan antigua como la historia de la humanidad y abarca múltiples escenarios del desempeñó humano. Max Weber se refiere a “la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”, y de esta forma define lo que llama “la política como vocación.” Y hace una distinción entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad; en el primer caso se trata de políticos que anteponen sus principios morales ante cualquier decisión.
En el segundo caso, el político mantiene sus principios, pero siempre tiene en cuenta el impacto de su acción en la sociedad. Weber afirmó que ambas éticas se complementan y que trazan los contornos del hombre con vocación política que supone, además, tres cualidades: pasión, sentimiento de la responsabilidad y de la proporción. La “ética” de nuestros actuales políticos nos demuestra a través de sus hechos que no tienen ese tipo de pasión, no conocen el significado de la responsabilidad y manejan la proporción para medir cuán grande va a ser el próximo negociado que les va a engrosar su cuenta bancaria en algún paraíso fiscal.
Es muy gracioso escuchar sus discursos, que siempre son de campaña, pues necesitan destacar cualquier actividad, por pequeña que sea porque todo suma para ascender a otro puesto al final de su mandato. Entonces llegan a la ridiculez de hacer “política de autor” como si fuera realmente una obra de arte que expone su talento el hecho de comprar por ejemplo un camión regador o una barredora o una retroexcavadora, que no son otra cosa que políticas públicas que está obligado a realizar porque para eso fue elegido y entonces le pintan en un lugar muy visible y para que la gente vea, la frase “gestión Intendente Fulano de Tal”, o cuando hacen la propaganda por radio o TV de obras en la Provincia de Córdoba, y terminan la publicidad con la frase: “Gestión Martín Llaryora”, como si hacer políticas públicas fuera una hazaña y no una obligación. A eso le llamo “Política de Autor” Si Weber habló de ética desde su ilustración, debemos hablar de nuestros políticos como irresponsables delincuentes en cuyos diccionarios no existe la palabra ética, ni tampoco vergüenza, no tienen principios ni valores.
Es lamentable que nos quieran hacer creer que cuando hablan dicen la verdad, están subestimando al pueblo, que va tomando conciencia y no falta mucho tiempo para que ese pueblo organizado haga sonar el escarmiento.